Creo que este libro es el que más ganas tenía de leer pero a la vez el que más temía. Desde las entregas anteriores se nos ha ido preparando para esta entrega, dando a los lectores pequeñas pinceladas de como sería la relación entre Ardan y Bryn en este libro, pero debido al género que trata (sadomasoquismo), no sabía que encontrarme en este libro. Lo que nunca imaginé fue que iba ha encontrarme una historia tan profunda y dura que sería capaz de provocarme angustia y temor a partes iguales. Si quieres leer las reseñas de los libros anteriores, puedes encontrarlas pinchando aquí.
En esta ocasión se nos narra la historia de Ardan y Bryn que, tras una serie de echos y acciones, se vieron obligados a separarse. Ardan no entiende cómo Bryn pudo abandonarlo a su suerte en la tierra, por lo que siente un odio muy arraigado por esta, y cuando las valkiryas se ven obligadas a descender para intentar salvar a la humanidad, Ardan ve la oportunidad de vengarse de la generala. Lo que este no sabe es que Bryn tenía motivos más que suficientes para justificar su permanencia en el reino de los Dioses, y que le sigue amando como el primer día, por lo que intentará arreglar de todas las maneras posibles su situación con Ardan para poder recuperarlo de nuevo. A partir de este momento veremos como se va desarrollando su relación, que siempre estará llena de tensión y tiras y afloja que nos dejaran con los nervios de punta.
Nos encontraremos con los personajes típicos de toda la saga, pero tomarán mayor importancia los enviados por los dioses: las valkiryas y sus guerreros. Bryn siempre ha sido un personaje que me descolocaba un poco por su personalidad tan bipolar, pero en esta ocasión veremos un lado suyo que, hasta el momento, había estado oculto; mientras que Ardan se podría definir entre idiota y más idiota. Le odio.
En conclusión, esta entrega supone la remontada de la saga. Por fin volveremos a tener esos momentos que quitan el aliento y esas historias que nos harán llorar a mares.
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